Dentro del Piccolo Teatro di Milano, un lugar que para Milán es símbolo de una forma consciente y progresiva de hacer cultura, la identidad actual de Valentino se materializa con un signo claro e incisivo: sensual y romántico a partes iguales, y alimentado por recuerdos sin ser nostálgico. Una identidad que refleja una nueva generación.

Pierpaolo Piccioli, con una determinación obsesiva que solo guía gestos radicales, hace un gesto de moda auténtico y lo acorta todo salvajemente. Confía en un irrefrenable corte de tijera para dibujar una corta silueta que se alza sobre tacones muy altos o botas grandes. Los pantalones para hombres también se incluyen. Están cortados cuidadosamente por encima del tobillo. La hoja actúa sin pensárselo dos veces: con una premura inexorable, aporta nuevas proporciones a la falda plisada, transforma chaquetones en capas y reduce los vestidos de noche a paneles al vuelo sostenidos por cintas. La visión de un armario compartida entre hombres y mujeres es inquebrantable. La decisión de limitar los colores a negro, blanco, acrílicos fluorescentes y toques ópticos de cuadros, estampados de leopardo y lunares es todo un acierto. La idea de mostrar el cuerpo revelando o cubriendo con velos partes de este, superponiendo mallas, encaje y superficies trabajadas intensamente que revelan más de lo que ocultan, es sensual. Espíritu punk: las tachuelas se multiplican en la puntera de los zapatos de salón nude, en Valentino.

Bolsos Garavani Rockstud con forro rojo como alcobas portátiles. Acumulaciones de pétalos de goma y macrotachuelas en botas se arraigan al suelo por completo en todo momento.

Sensualidad como actitud: una conciencia del cuerpo que no rechaza el romanticismo, sino que lo radicaliza en un instante de libertad. Los pensamientos guían las acciones, evitando esquemas y límites, con la gracia del recuerdo.

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